Uno se da cuenta que los bebés han dejado de serlo de forma repentina. No es un proceso, es un susto. Uno solo, de golpe. Fue así como hoy, al ver a mi gorda subida en la moto de Valeria la vi tan grande, tan niña. No puedo dejar de decir una frase trillada: ¡Qué rápido pasa el tiempo!
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