A petición de Jenny, quien me ha prometido escribir para el blog todo un reporte acerca de este primer gran día, sus razones y sus pormenores, quiero explicarles a los papás Down varios temas.
La asistencia de Mariana al colegio no fue algo que se decidiera a la ligera. De hecho, Jenny, Gerardo y yo lo meditamos durante varios meses. Sopesamos ventanas y desventajas, y Jenny incluso creía que lo mejor era incorporar a Mariana cuando esta tuviera por lo menos tres años. En varias ocasiones cambié de parecer. Durante varias semanas observamos la conducta de Mariana. Sus relaciones con otros niños. Su madurez emocional y su independencia.
Jenny me instó a buscar un colegio donde la atención fuera personalizada y las maestras tuvieran la capacidad, pero sobre todo, la voluntad de recibir a Mariana e igualarla a los demás niños. Dado que la experiencia en este colegio había sido tan buena con mi hija mayor, Valeria, no dude en acercarme a ellos. Conocía su experiencia y su dedicación. Eran gente que no veían problemas en los niños, sino posibles soluciones. Es decir, no sólo Mariana estaba lista, sino que también yo había encontrado el colegio ideal.
Jenny me advirtió en repetidas ocasiones lo desastrozo que podía ser incorporar a Mariana sin que ésta estuviera lista. Un error como éste podría resultar en un retroceso o en una complicación para su futuro escolar. Muchas veces discutimos con Jenny el tema. Digo discutimos, porque nuestros puntos de vista eran alejados, hasta que finalmente llegamos a un acuerdo: Mariana podía asistir al colegio a jugar, por ahora. A conocer otros niños, a salir de su entorno de comodidad y protección en el que había vivido su vida. Por ahora nada de carga académica, eso vendrá después.
Ahora Jenny se vinculará con la maestra del colegio. Ellas y yo formamos un equipo de trabajo, en el cual, el objetivo principal es hacer que Mariana sea una niña más.
No habrá con ella consideraciones de ninguna clase. No pueden hacérsele concesiones sólo por el Down. Tiene que aprender disciplina y respetar normas. Debe seguir instrucciones y acatar a su maestra como cualquier otro niño. Tampoco las habrá conmigo. Soy una mamá más dentro del colegio, y lo asumo.
Si no deseamos que el Down nos produzca desventajas, tampoco debemos desear que nos otorgue ventajas injustas.
Lo que intento decir es que para incorporar a Mariana hemos seguido todo un sistema, que comenzó a implementarse desde que esta tenía 15 días de nacida. Se han hecho evaluaciones, se ha visto su desarrollo. Y este no es el final, sino el inicio del trabajo que nos espera.
Jenny jamás me ha dado falsas espectativas. Nunca me ha hecho creer que el retrazo mental no existe en ella, está, pero como me lo definió su maestra del colegio: "sigue todas las intrucciones aunque un poco más lento". Eso es todo.
Entonces el tema que quiero recalcar es: por ningún motivo hay que lanzar a un niño sin que éste esté listo. Nunca será productivo que un niño se incorpore sin haber alcanzado cierto nivel o ciertas destrezas. No sería justo enviarlo a que día con día enfrente la frustración y el desánimo. Antes hay que trabajar y muy duro, para que, llegado el momento pueda incorporarse con éxito.
Lo que viene con Mariana es pedir el plan del año siguiente y comenzar a prepararla para que cuando llegue el cambio de grado, ella tenga ya los contenidos asimilados. Es un trabajal exagerado, pero tiene un objetivo claro: que el niño logre vencer al Down, y nunca a la inversa.
1 comment:
qué bueno que digás esto, porque me he topado con gente que nunca le dio estimulación a asu hijos, y luego quieren meterlos en los colegios y fracasan. Un niño debe estar muy preparado para entrar al colegio. No es cosa de meterlo y ya. Lo peor de todo es que un fracaso de un niño con Down en el colegio implica que ya todos los demás quedan marcados, proque la gente tiende a generalizar, y dicen: los niños con Down no pueden, y no es cierto. Hay que ver cada caso en particular Ni todos van a ser tan espectaculares como tu hija, ni todos van a tener el mismo grado de dificultad.
Esto no es cosa del niño, es cosa de la familia entera. Como vos bien dijiste: dime la clase de papá que tienes y te diré la clase de down que eres. Muy cierto. El verdadero problema son los papás que no se comprometen, que no tienen objetivos claros, que no tiene fe en sus hijos. Una pena, pero los hay, y son la mayoría. saludos. Nora.
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