Luego del impacto de saber que a uno le nació un hijo con Down, viene el susto de saber que muchas cosas le están proscriptas. Como un colegio normal, porque, a pesar de que a nivel internacional se ha demostrado que no es necesario, la gente piensa que el niño debe ir a un colegio especial. O como un seguro médico.
Sí, así es. Resulta que no hay seguros médicos, al menos en Guatemala, que cubran a un niño con Down. Y aún peor, aunque el niño haya nacido asegurado, pues lo sacan por el mero hecho del síndrome. Así sea que el niño goce de excelente salud.
¿Por qué? Por las excusas más tontas que uno pueda imaginar: los niños con Down son violentos y tienden a hacerse daño; los niños con Down no tienen buen equilibrio y se caen más; los niños con Down tienden a enfermarse más que un niño regular; los niños con Down no viven más de 18 años… y así podría enumerarles un sinfín de razones no válidas, pero que el mismo prejuicio ha validado.
El gremio médico, que es el que en definitiva asesora a los seguros de salud, debería saber a estar alturas que nuestros niños están mejor cuidados que cualquiera, porque parte de nuestras rutinas es un chequeo bianual de tiroides, hemoglobina, vista, oídos, etc. Es decir, cosas por las que ellos no habrán de pagar, ya que se trata de medicina preventiva.
Es mentira, por otra parte, que nuestros hijos sean torpes, se hagan daño o sean violentos.
Conozco el caso de un muchacho con Down que, luego de estar asegurado durante años, sufrió un accidente en una piscina de un club, y el seguro, luego de reportarlo como trisómico, se negaron a cubrir los gastos médicos. “Porque como es Down, pues se accidentó por su culpa”.
Pero es que, seamos serios. Un Down ya no es aquella persona cuyo índice de vida no supera los 18 años. Tampoco es un ser enfermo o destinado a morir de algo grave.
Los Down viven hasta 75 años, como todos. Su salud, aunque con ciertas tendencias, puede ser muy buena, incluso mejor que la de cualquier persona promedio, por los chequeos que mencioné y porque difícilmente abusará de su organismo mediante el alcohol, drogas, etc.
Los seguros deberían entonces, antes de discriminar en base a una generalización y un desfase en los conocimientos científicos de los médicos que los asesoran, estudiar caso por caso. Evaluar a la persona Down. Ver su expediente médico. Revisar su propensión a tal o cual cosa. Y no, como ocurre actualmente, simplemente dejarlos desprotegidos, porque esta discriminación no es científica, sino absolutamente pre juiciosa y demuestra que el ánimo de un seguro es el lucro simple, y no dar un servicio que de tranquilidad y confianza a sus afiliados.
Les invito pues a que aportemos ideas. A que veamos formas de superar este impase. A que nos unamos para buscar una solución —favorable para todas las partes— a una situación ilógica, que lleva muchos años cimentada en el prejuicio.
Sé que en Costa Rica ha habido avances en cuanto a los seguros. Sé de demandas ganadas a estas empresas. Es hora pues que todos nos unamos y busquemos una compañía que no sólo quiera beneficiarse con nuestras pólizas, sino además ayudarnos a que nuestros hijos puedan ejercer el debido derecho a la salud que, durante años, les ha sido negado por razones puramente equivocadas. Quedo pues a la espera de sus comentarios.
Sí, así es. Resulta que no hay seguros médicos, al menos en Guatemala, que cubran a un niño con Down. Y aún peor, aunque el niño haya nacido asegurado, pues lo sacan por el mero hecho del síndrome. Así sea que el niño goce de excelente salud.
¿Por qué? Por las excusas más tontas que uno pueda imaginar: los niños con Down son violentos y tienden a hacerse daño; los niños con Down no tienen buen equilibrio y se caen más; los niños con Down tienden a enfermarse más que un niño regular; los niños con Down no viven más de 18 años… y así podría enumerarles un sinfín de razones no válidas, pero que el mismo prejuicio ha validado.
El gremio médico, que es el que en definitiva asesora a los seguros de salud, debería saber a estar alturas que nuestros niños están mejor cuidados que cualquiera, porque parte de nuestras rutinas es un chequeo bianual de tiroides, hemoglobina, vista, oídos, etc. Es decir, cosas por las que ellos no habrán de pagar, ya que se trata de medicina preventiva.
Es mentira, por otra parte, que nuestros hijos sean torpes, se hagan daño o sean violentos.
Conozco el caso de un muchacho con Down que, luego de estar asegurado durante años, sufrió un accidente en una piscina de un club, y el seguro, luego de reportarlo como trisómico, se negaron a cubrir los gastos médicos. “Porque como es Down, pues se accidentó por su culpa”.
Pero es que, seamos serios. Un Down ya no es aquella persona cuyo índice de vida no supera los 18 años. Tampoco es un ser enfermo o destinado a morir de algo grave.
Los Down viven hasta 75 años, como todos. Su salud, aunque con ciertas tendencias, puede ser muy buena, incluso mejor que la de cualquier persona promedio, por los chequeos que mencioné y porque difícilmente abusará de su organismo mediante el alcohol, drogas, etc.
Los seguros deberían entonces, antes de discriminar en base a una generalización y un desfase en los conocimientos científicos de los médicos que los asesoran, estudiar caso por caso. Evaluar a la persona Down. Ver su expediente médico. Revisar su propensión a tal o cual cosa. Y no, como ocurre actualmente, simplemente dejarlos desprotegidos, porque esta discriminación no es científica, sino absolutamente pre juiciosa y demuestra que el ánimo de un seguro es el lucro simple, y no dar un servicio que de tranquilidad y confianza a sus afiliados.
Les invito pues a que aportemos ideas. A que veamos formas de superar este impase. A que nos unamos para buscar una solución —favorable para todas las partes— a una situación ilógica, que lleva muchos años cimentada en el prejuicio.
Sé que en Costa Rica ha habido avances en cuanto a los seguros. Sé de demandas ganadas a estas empresas. Es hora pues que todos nos unamos y busquemos una compañía que no sólo quiera beneficiarse con nuestras pólizas, sino además ayudarnos a que nuestros hijos puedan ejercer el debido derecho a la salud que, durante años, les ha sido negado por razones puramente equivocadas. Quedo pues a la espera de sus comentarios.
2 comments:
En España ocurre algo muy parecido. Las sociedades médicas están para las "eventualidades" de los sanos. Los niños con problemas genéticos o con malformaciones congénitas: espina bífida, parálisis, etc, no son admitidos por los seguros. Hemos creado una sociedad muy injusta donde el debil lleva las de perder. Por suerte, las familias luchan a brazo partido para poder sacar adelante a sus enfermos, sean los abuelos ancianos o los niños.
Hace poco renové mi seguro médico en Guatemala pues por varios años viví en Honduras, mi sorpresa fue que no aceptaron a mi hija Diana Sofía por su condición. Mi primer impulso fue no aceptar entrar a ese seguro como muestra de protesta, sin embargo pensé que es más probable que yo me enferme en el futuro de lo que podría enfermarse Dianita, así que preferí cubrirme las espaldas. No tengo mucha experiencia en este campo pero sabes que cuentas con mi ayuda en lo que creas que debemos hacer.
Ingrid
Post a Comment