Y bueno, me escribió mi amiga Patty. Patty y su esposo fueron bien importantes en todo el proceso de sanación de nuestro corazón. Cuando pasa algo tan fuerte, algo que definitivamente el raciocinio no es capaz de explicar, hay que agarrarse de algo. Ese algo es Dios.
Patty se enteró por otra amiga que Mariana había nacido. Es tan simpático, porque ella me contó luego, que su primera reacción había sido: “y Vanessa no me invitó a ningún té”. Bueno, los tés a puras penas, porque la gorda, como ya conté, se adelantó 3 semanas. Luego supo que Mariana había nacido con Down y su problema del corazón. Patty es la persona con más fe que conozco. Y no sólo eso: tiene un don de palabra especial. Sabe decir la palabra justa en el momento justo, por lo que atribuyo que es un regalo que Dios le ha hecho para compartir con los afligidos del corazón.
Patty, en cuanto entró, me dijo que sabía lo que pasaba, pero que no me afligiera, que todo estaría bien, y me leyó el Salmo 139.
Fue la primera vez que sentí que Dios me habló directamente.
Ya antes yo había podido conversar con la Virgen, y le había entregado a Mariana. Le dije que si la niña no iba a sobrevivir la operación, que se la llevara ya. Que no me dejara encariñarme más con ella, porque ya no iba poder sobreponerme a perderla luego.
Pero con Dios me estaba costando mucho hacer conexión. Hasta cierto punto, quizás porque lo responsabilizaba de lo que estaba ocurriendo. No podía entender que él hubiera permitido tanto dolor en nuestras vidas. La pregunta de siempre era: ¿Por qué? ¿Por qué si no somos malos? ¿Por qué si creemos en Dios? ¿Por qué si hay tanta gente que no quiere a sus hijos y le nacen todos sanos? Y cosas egoístas como esas. Mucha gente dice “no hay que preguntarse porqué, sino para qué”, y es bien fácil decirlo, pero no sentirlo. En esos momentos todo suena a consuelos vacíos. Incluso hubo una amiga que me dijo: “Es que Dios te mando a tu hija así porque sos una mujer fuerte”. Les respondí que ella también lo era, y todos sus hijos estaban sanos. Pobre mi amiga, porque hoy entiendo que sólo estaba intentando decir algo que hiciera sentido. Me contestó que tenía razón. Que había sido una mala frase.
Hoy concluyo que yo no necesitaba oír frases hechas, sino a Dios diciéndome que simplemente NO TUVIERA MIEDO. Que él sí sabía la razón, porque todo estaba bajo su control.
“Tú fuiste quien formó todo mi cuerpo; tú me formaste en el vientre de mi madre. Es maravilloso lo que has hecho… No te fue oculto el desarrollo de mi cuerpo mientras yo era formado en lo secreto, mientras era formado en lo más profundo de la tierra. Tus ojos vieron mi cuerpo en formación; Todo eso estaba escrito en tu libro. Habías señalado los días de mi vida, cuando aún no existía ninguno de ellos”.
Al leer esto en voz alta, comprendí que mi hija no había sido un error genético, sino el milagro más grande que habría de ocurrir en nuestras vidas.
Entonces pude llorar. Y lloré mucho con Patty. Dios había comenzado a sanarme y a hacer los pequeños milagros con que ahora nuestra vida está siendo bendecida. Ese salmo se lo he leído a mucha gente en estos 5 meses. Dios no me lo dio para mí, sino para compartirlo, y al igual que Patty, ayudar a sanar otros corazones afligidos.
Pd: No he sido una persona religiosa en lo últimos años. Pero he concluido, a fuerza de pensar mucho, que Dios está en esos pequeños agujeros que muchas veces tiene la vida. Esos que no son sellados por la razón. Que la cabeza no alcanza a comprender. Pero Dios los va completando… pero en su tiempo, no en el de uno.
Patty se enteró por otra amiga que Mariana había nacido. Es tan simpático, porque ella me contó luego, que su primera reacción había sido: “y Vanessa no me invitó a ningún té”. Bueno, los tés a puras penas, porque la gorda, como ya conté, se adelantó 3 semanas. Luego supo que Mariana había nacido con Down y su problema del corazón. Patty es la persona con más fe que conozco. Y no sólo eso: tiene un don de palabra especial. Sabe decir la palabra justa en el momento justo, por lo que atribuyo que es un regalo que Dios le ha hecho para compartir con los afligidos del corazón.
Patty, en cuanto entró, me dijo que sabía lo que pasaba, pero que no me afligiera, que todo estaría bien, y me leyó el Salmo 139.
Fue la primera vez que sentí que Dios me habló directamente.
Ya antes yo había podido conversar con la Virgen, y le había entregado a Mariana. Le dije que si la niña no iba a sobrevivir la operación, que se la llevara ya. Que no me dejara encariñarme más con ella, porque ya no iba poder sobreponerme a perderla luego.
Pero con Dios me estaba costando mucho hacer conexión. Hasta cierto punto, quizás porque lo responsabilizaba de lo que estaba ocurriendo. No podía entender que él hubiera permitido tanto dolor en nuestras vidas. La pregunta de siempre era: ¿Por qué? ¿Por qué si no somos malos? ¿Por qué si creemos en Dios? ¿Por qué si hay tanta gente que no quiere a sus hijos y le nacen todos sanos? Y cosas egoístas como esas. Mucha gente dice “no hay que preguntarse porqué, sino para qué”, y es bien fácil decirlo, pero no sentirlo. En esos momentos todo suena a consuelos vacíos. Incluso hubo una amiga que me dijo: “Es que Dios te mando a tu hija así porque sos una mujer fuerte”. Les respondí que ella también lo era, y todos sus hijos estaban sanos. Pobre mi amiga, porque hoy entiendo que sólo estaba intentando decir algo que hiciera sentido. Me contestó que tenía razón. Que había sido una mala frase.
Hoy concluyo que yo no necesitaba oír frases hechas, sino a Dios diciéndome que simplemente NO TUVIERA MIEDO. Que él sí sabía la razón, porque todo estaba bajo su control.
“Tú fuiste quien formó todo mi cuerpo; tú me formaste en el vientre de mi madre. Es maravilloso lo que has hecho… No te fue oculto el desarrollo de mi cuerpo mientras yo era formado en lo secreto, mientras era formado en lo más profundo de la tierra. Tus ojos vieron mi cuerpo en formación; Todo eso estaba escrito en tu libro. Habías señalado los días de mi vida, cuando aún no existía ninguno de ellos”.
Al leer esto en voz alta, comprendí que mi hija no había sido un error genético, sino el milagro más grande que habría de ocurrir en nuestras vidas.
Entonces pude llorar. Y lloré mucho con Patty. Dios había comenzado a sanarme y a hacer los pequeños milagros con que ahora nuestra vida está siendo bendecida. Ese salmo se lo he leído a mucha gente en estos 5 meses. Dios no me lo dio para mí, sino para compartirlo, y al igual que Patty, ayudar a sanar otros corazones afligidos.
Pd: No he sido una persona religiosa en lo últimos años. Pero he concluido, a fuerza de pensar mucho, que Dios está en esos pequeños agujeros que muchas veces tiene la vida. Esos que no son sellados por la razón. Que la cabeza no alcanza a comprender. Pero Dios los va completando… pero en su tiempo, no en el de uno.
En la foto, Mariana, luego de sus clases. Recibió una estrellita de Jenny por haberse esforzado.
3 comments:
Vane,vos si que sabes sacarme lagrimas y hacerme un nudo en la garganta........
Que lindo ! la bendicion de tener a Mariana es tremenda ya estas impactando vidas tremendamente ....y te felicito por esa facilidad de palabras que realmente salen del corazon ,y de donde mas?
Te bendigo tremendamente y yo le doy gracias a Dios por permitirme ser parte de esta bendicion ........y a ti por ser instrumento con un corazon dispuesto...
Les amamos mucho
PATTY
Sin dudas, tenemos que platicar alguna vez sobre ese Gran Tema que es Dios.
Un abrazo
Ojalá sea pronto la platicada. Ahora que llegue a la presentación del libro de Rafael. Saludos,
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